Hace poco tiempo, el párroco de una localidad
cercana a Granada me confesaba que una anciana le había comentado, que se
acababa de enterar que “La Virgen era sólo una...”. Aquella venerable
anciana acababa de entender, en el ocaso de su vida, que las representaciones
marianas no son más que reflejos de las diferentes etapas vividas por una sola
persona, la Santísima Virgen María.
Y eso fue la Magna Mariana: el camino de
afirmación en la fe de una ciudad que es mariana por excelencia y que hizo, de
aquella tarde, una manifestación pública de cariño a la Virgen María, en su
advocación de Nuestra Señora de las Angustias, contemplando a Aquella “que
vive en la Carrera” de mil maneras diferentes, con la luz de mil rayos
escondidos entre las nubes y recogiendo las miles de plegarias en sus calles.
Es la misma persona, vista con prismas diferentes.
Luego, a este acontecimiento, lo podemos llamar
como queramos (sólo el mundo de los toros compite con el de las cofradías a la
hora de nombrar las cosas de maneras diferentes): “catequesis plástica” o “la
biblia de los iletrados”, podemos considerar la idoneidad de la fecha (cambiada
a última hora presuntamente por un motivo tan peregrino, como desacertado) e
incluso podríamos llegar a cuestionar la manera de proceder de la organización
del evento (modélico en los traslados mañaneros y algo dubitativo en el
trascurso de la magna procesión de la tarde) pero nadie debe, ni puede,
cuestionar que era justo hacerlo.
Y como era justo hacerlo, era justo contarlo.
Para mi, que tuve la suerte de vivir la “passio Granatensis” en la extinta
Localia TV, vivirla, desde mi puesto de trabajo, por lo menos en el primer
tramo de la Magna, pegado a la radio, fue una reafirmación en mis “convicciones
cofrades radioferarias” entendiendo, que lejos de vivir en un universo “friki”
el procesionar por las calles de la ciudad imágenes con un profundo poder
devocional (como ejemplo, la presencia de las patronas de las localidades que
se sumaron al cortejo) supone actualizar el mensaje de las hermandades y
cofradías: “Evangelizar por encima de todo” y que contarlo en la radio podía y
debía ser la guía para aquellos que no podían verlo en esos instantes.
Luego, cuando ya pude contemplarlo todo con mis
propios ojos, parte de la magia de imaginar el magno cortejo se diluyó como un
azucarillo, dando paso a los sentidos cofrades por excelencia, la vista y el
olfato....pero eso sería ya largo de contar...y en ese momento, volví a las
palabras de aquella anciana que le confesaba al cura de su pueblo que hacía
pocos días, que se acababa de enterar que “La Virgen era sólo una...”....
José Manuel Gomez de la Hoz
Hermano de la Cañilla
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