Se que no fue un sueño porque allí
estuve con quienes, en tantas ocasiones, fajados de ilusión, habíamos soñado
vivir una jornada en la que mostrar, a lo cofrade, hasta donde alcanza nuestro
amor a la Madre de Dios. Y la ocasión era incontestable, año de la Fe y
centenario de la Coronación de La que vive en la Carrera; bueno… allí y en el
corazón de cada granadino. Así pues, nada mejor que peregrinar a sus plantas
con la devoción mariana que cada cofrade llena sus días. Todas las Vírgenes en
la Virgen de las Angustias, en la amorosa patrona de Granada.
Se que no fue un sueño porque aún
percibo las sensaciones de aquella jornada, con la fuerza y vivacidad de lo
trascendente. Aún hoy, un año después, sigo encontrándome en la mirada gozosa
con que, Nuestra Madre y Señora de la
Consolación se paseo entre el fervor de los granadinos. Aún hoy escucho el eco
del llamaor resonando por toda la ciudad…, sabiendo que como nosotros, cada
hermandad repetía igual oración a la Madre. Aún hoy, percibo real el sonido extraño de la levantá
encajando, a lo imperio, la plata en el carey y estremeciendo la espaciosa
capilla. Y así lo fueron, aún hoy las aprecio, cada una de las de aquella
mañana; por que la mañana es otra cosa al discurrir de los pasos.
Con la delicada labor de un
platero se fueron engarzando, en preciosísimo rosario, las advocaciones de María.
Uno tras otro, los pasopalio se acercaron a la Catedral regalando momentos y
estampas guardados como tesoros únicos. Y así se vivió, yo estaba allí, el
misterio glorioso de la variación, a Marqués de Gerona, del barco de la
realejeña reina del Rosario, al tintineo acompasado de la musitada oración de
sus varales, dejándose contemplar por el primoroso trono de la Sacra
Conversación en su aristocrática presencia. Clamor y silencio, luz y entresueño…,
génesis de lo cofrade, un pellizco en el alma…
El sueño comenzó temprano para
desbordarse ya en la tarde y ocupar la noche, alargando un día que pasó
demasiado deprisa y en el que, por María, la oración del corazón cofrade fue latiendo
a compás, una y mil veces repetida en cada levantá, en cada chicotá, en cada
mecida…
El mundo de las cofradías es un
auténtico laboratorio de sentimientos y la experiencia de la Magna
Peregrinación Mariana a la basílica de las Angustias, la más sincera y
fervorosa vivencia que podíamos soñar. Y un sueño vivido fue toda en si, el
antes y el después, los nervios y la tensión de la responsabilidad, el orgullo
de su belleza, el jubilo de la salida a Pasiegas, el recorrido, entre triunfal
y glorioso, el asombro del foráneo, la incontable motivación, la oración del
devoto, las miles de peticiones y plegarias, la expectación de cuantos esperaban,
la incontenible y compartida alegría, la esperanza de llevar la Madre a todos,
de llenar Granada de María Santísima y sobre todo, la presentación ante la
Patrona, el momento sublime y único que dio pleno sentido, si es que llenar
Granada de la Virgen no lo es en si, a un acto que recordaremos por siempre cuantos
privilegiados pudimos vivirlo y que ojalá toda generación tuviera la
oportunidad de experimentar.
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Fco. José
Estarli García
Hermano del Rosario y San Agustín
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