
Al pasar a ser titular de la hermandad gremial de los “Cocheros”, en torno a 1680, el Señor de las Tres Caídas pasa del claustro a la iglesia conventual, de San Francisco “Casa Grande”, para allí recibir culto.
La devoción y fervor a Jesús Caído comienza a extenderse y se multiplica exponencialmente, al extremo de requerirse la ampliación de la capilla en la que, a diario, los cofrades y devotos en general, le rinden culto y manifiestan su creencia ostensiblemente y con ofrendas. Su fama de milagroso alcanza el extremo de nombrársele como el Muy Antiguo y Milagroso Señor de las Tres Caídas.
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