Un año exacto ha pasado desde que viviera personalmente una de las experiencias más intensas de mi vida cofrade. Son muchos los matices que tuvieron el 17 y 18 de mayo de 2013 pero creo que en todos ellos contamos con la protección de María Santísima que, sin duda, nos ayudó muchísimo a que todo saliera sin ningún incidente destacable. Y es que la organización de un evento tan complejo nunca antes realizado en la ciudad suponía muchas preocupaciones y aspectos a prevenir. El que condicionó todo fue una vez más el tiempo meteorológico pero considero que se superó esta circunstancia con el buen hacer de los cofrades granadinos. Desde la Real Federación de Cofradías tuvimos claro que todo debía hacerse con el consenso entre las hermandades participantes en la Gran Peregrinación y el Ayuntamiento de la ciudad. Y creo que se consiguió pese a la enorme dificultad de unir 33 cortejos tan dispares de toda la provincia en un solo recorrido por el centro de la ciudad.
La mañana dejó momentos inolvidables con la llegada de los pasos a la Catedral pero muy intensa también fue la víspera del viernes cuando nuestros hermanos de la provincia fueron trayendo de sus localidades y pueblos con el mayor cariño del mundo a sus Titulares Marianas. Bajo una fuerte lluvia y en el frío de la Catedral estas hermandades dieron muestras de su fervor y buen hacer para preparar sus Imágenes Titulares. Hasta las 6 de la mañana estuvieron montando sus respectivos pasos estas cuatro hermandades de la provincia.
Las horas de espera en la Catedral velando para que la ingente multitud que quería ver los pasos durante la mañana también supusieron un gran esfuerzo de algunos federativos y colaboradores de la Gran Peregrinación. La generosidad de los cofrades y visitantes a la Catedral – con el pago de sus entradas- fue fundamental para que se pueda próximamente constituir el Economato Solidario de las Hermandades de Granada.
Y la tarde… Qué puedo decir de la organización de la mayor procesión que ha visto nunca nuestra ciudad. Me impresionó el gran ambiente de la Plaza de las Pasiegas pese al mal tiempo. Finalmente, y tras media hora de retraso todo empezó a marchar. Aquello fue formidable. La compostura de los cortejos, el respeto de los horarios de salida y la belleza de cada palio dieron una estampa única que no puedo olvidar.
Hubo momentos de alguna incertidumbre cuando la lluvia hizo aparición y nuestra Patrona tuvo que regresar al atrio de su templo. También cuando las dos Soledades (de Mora y de Mena) suspendieron su peregrinación a la Basílica de la Virgen de las Angustias. Fue una pena no poder ver tan imponentes Imágenes ante La que vive en la Carrera en una imagen para el recuerdo, sumada a las muchas que nos dejó el día.
El cansancio y la nostalgia de que tantos meses de trabajo (preparación de itinerarios, retirada de obstáculos por calles inéditas para las cofradías, el inesperado cambio de fecha, reuniones con las Fuerzas de Seguridad, organización de la recepción de las hermandades en la Catedral) se esfumaban en tan sólo unas intensas horas desde la noche del 17 a la madrugada del 19 de mayo fueron las sensaciones que el día después de la Gran Peregrinación tuve principalmente. Pero también me sentí humildemente como un miembro más de la gran comunidad cofrade de Granada que hizo posible ese evento tan inolvidable. Vencimos las críticas (las de algunos pocos cofrades inconscientes que no vieron más allá de lo que suponía esta Gran Peregrinación) y los impedimentos que fueron surgiendo, incluida la lluvia. Creo que Granada y sus cofradías pueden estar orgullosas un año después de lo que conseguimos entre todos. Poner en la primera línea nuestra Semana Santa. Así me lo han referido muchas veces personas de diversos rincones de Andalucía. Mereció la pena rendir este homenaje a nuestra Patrona y a las cofradías de Granada.
Luis Javier López Marín
Vocal de Protocolo de la Real Federación HHCC
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