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LUZ
Y SANTORAL EN LA PEREGRINACIÓN MARIANA
En
el universo infinito de la Semana Santa, en el mundo oculto de sus
cofradías, donde todo parece igual y sin embargo todo es diferente,
nos encontramos con frecuencia pequeños detalles, tesoros escondidos
que nos muestran con asombro hasta qué punto el arte y la devoción
se entrelazan con el único fin de enriquecer nuestro patrimonio
espiritual y estético, eje sobre el que gira, desde siempre, el
sugestivo y evocador mundo de las hermandades. Así ocurre con la
candelería pintada que adorna el paso de palio de Nuestra Madre y
Señora de la Consolación, de la Hermandad Sacramental del Santísimo
Cristo de San Agustín.
Desde
la gestación de este paso, original y bello como ninguno en su
estilo, se contempló la posibilidad de decorar su candelería
parcialmente con la pintura de un santoral alusivo a las órdenes
religiosas vinculadas a la Hermandad, la franciscana por su sede
canónica y la agustina por su fundación. Esta particularidad,
unida a otras que aporta el paso de palio en su diseño, lo
convierten en una joya única y original que contribuye a engrandecer
y completar la Semana Santa de Granada, conjugando en un solo
proyecto, elementos tan novedosos en nuestra ciudad como la Sagrada
Conversación, el silencio en un paso de palio o el uso del carey en
su orfebrería.
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En
estos primeros años, la complejidad del programa iconográfico de la
candelería ha ido en aumento, hasta el extremo que en la próxima
Peregrinación Mariana del día 18, serán 42 los cirios pintados que
decorarán su paso, sumando los que aparecen en la candelería y los
que alumbran los faroles de cola. Santoral, escudos pontificios,
escudos de hermandades que no peregrinarán con imagen, logotipos del
centenario de la coronación canónica de Ntra. Sra. de las Angustias
y Año de la Fe, letanías de la Virgen.., componen el rico programa
que la Hermandad ha preparado para tan magno evento.
El
ser receptor por parte de mis hermanos del encargo de esta bellísima
tarea, supone, como no puede ser de otro modo, un reto personal y un
sentimiento de orgullo por la pertenencia a una Hermandad que se
esmera en el cuidado de los más pequeños detalles. La dificultad
técnica por el tipo de soporte, unido al siempre implacable paso de
los días previos a cada Semana Santa, confieren a esta experiencia
una intensidad única que sin duda deja huella a pesar de lo efímero
de su vida. Y así es, como una pequeña metáfora de la vida, la
cera con su singular imagen pintada, nace, cumple su función y se va
apresuradamente consumida por la llama, renaciendo otra vez cada
Lunes Santo para lucir con todo su esplendor a los pies de Nuestra
Madre y Señora de la Consolación.
Rafael
López Moya
Hermano
del Stmo. Cristo de San Agustín.
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