La primitiva hermandad que rendía culto al Muy Antiguo y Milagroso Señor de las Tres Caídas realizaba inicialmente su procesión penitencial en la tarde del Viernes Santo. El cortejo, que partía a las tres y regresaba a San Francisco “Casa Grande”, lo conformaban hermanos de luz y penitencia junto a los horquilleros, que en un total de treinta y seis, portaban los pasos de San Juan, La Virgen y el del Caído; todos acompañados de palio de respeto y música.
Los horquilleros corrían con los gastos de cera y túnica.
A comienzos del Setecientos, la singular Imagen de Jesús Caído, pasa a procesionar en la jornada del Jueves Santo.
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