miércoles, 6 de agosto de 2008

DE TIERRA SANTA AL REALEJO

Hasta la dirección trescaidasyrosario@gmail.com nos llegaban esta mañana unas palabras del sacerdote y hermano nuestro Pedro Aranda, y que reproducimos a continuación:


El pasado jueves 17 de julio nos dimos cita un grupo de costaleros de Nuestra Señora del Rosario para hacer entrega a la Hermandad de dos presentes vinculados a mi estancia en Jerusalén durante un año y medio. Tras la misa parroquial en la que participamos, el prioste nos abrió la reja de la capilla de nuestra bendita Madre para que fuese ella testigo de nuestra devoción filial.

El rosario ha sido el agradecimiento de un grupo de jóvenes árabes de la comunidad cristiana de Jerusalén que visitaron Granada el año pasado. La Hermandad mostró su hospitalidad hacia ellos en la atención ofrecida por nuestros hermanos Víctor Savater, José Francisco Sáez y José Vilar, que pudieron conocer de primera mano la realidad tan difícil que viven los cristianos en Tierra Santa.


Pero esta preocupación de la Hermandad no quedó únicamente en esos días estivales. Conocedores del conflicto que lacera la tierra de Jesús, los miembros de la junta de gobierno aprobaron una generosa ayuda para las obras de rehabilitación del centro scout católico de Jerusalén. Este centro es el único lugar de ocio al que pueden acceder los cristianos en Jerusalén, que sufren el desprecio y el aislamiento por profesar su fe en Cristo. Nuestra Hermandad consideró así que debía colaborar de una forma especial en el mantenimiento de la Iglesia jerosolimitana por ser el lugar donde sucedió la pasión de Jesús, el Hijo de Dios, que representan nuestros sagrados titulares.


Como muestra de agradecimiento, Canaán, uno de los jóvenes que había venido a Granada, pidió a su abuelo Elí, artesano de Belén, la realización de un rosario con la piedra propia de aquel lugar, el nácar. Anécdota es la ausencia de unos engarces de plata que correspondan a la calidad del trabajo, pues para él era muy costoso la obtención de plata al vivir en un territorio administrado por la autoridad nacional palestina, que sufre el bloqueo socio-económico. En Jerusalén podía haberse llevado a cabo, pero no era propio acudir a una joyería, propiedad de los judíos, para arreglar un rosario que presenta la imagen de Jesús, el Salvador para los cristianos.


El rosario fue guardado hasta el viaje a Tierra Santa del capataz de Nuestra Señora del Rosario, junto con un grupo de amigos, a fines del pasado mes de mayo. El último día en Jerusalén celebramos la eucaristía en el Calvario, junto a la roca donde fue crucificado Jesús. Durante la celebración se bendijo el Rosario, que después fue depositado en el Santo Sepulcro, teniendo presente en la oración a todos los hermanos de esta Hermandad y, especialmente, a los costaleros de nuestra Madre del Rosario y sus familias. A continuación, el capataz compró la cruz de Jerusalén para que fuese bendecida en aquel lugar santo para todos los cristianos. La forma singular de este cruz, que contiene en sus ángulos cuatro pequeñas cruces, aparece atestiguada en iglesias bizantinas de los siglos VI-VII d.C. en toda la región. Los cristianos expresaban con este símbolo cómo la salvación que ofrece Dios a la humanidad a través de la muerte de Jesús alcanza desde Jerusalén a todos los rincones de la tierra, representados en los cuatro puntos cardinales.



El rosario de nácar y la cruz de Jerusalén muestran el vínculo contraído por nuestra Hermandad con la Iglesia madre de Jerusalén desde la solidaridad y el compromiso por ayudar a aquellos hermanos nuestros que sufren un conflicto que, desgraciadamente, no encontrará fin. Esta mirada a los que más sufren en nuestro mundo nos hace participar en el seguimiento de Jesús en el camino de la cruz, siguiendo los pasos de nuestro Señor de las Tres Caídas.
Pedro Aranda